El documental “Esperando al mar” se estrena el Gaumont

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Se trata de un film sobre el desastre ecológico del mar de Aral dirigido por Lucas Peñafort y Fernando González.

 

“Esperando al mar”, un documental sobre el desastre ecológico del mar de Aral dirigido por Lucas Peñafort y Fernando González, se estrena en el Cine Gaumont, Rivadavia 1635, el 5 de diciembre.

El film recibió la Mención Especial Asociación de Cronistas Cinematográficos de la Argentina 12 FIDBA – Festival Internacional de Cine Documental de Buenos Aires.

El film tiene dirección de Lucas Peñafort y Fernando González y participan Azizbek Nurlybaev, Uralbay Utegenov, Mansur Jumabayev, Dauka Utemuratov y Yusif Erjanov.

Producida por Lumen Cine, Esperando al mar es un documental revelador sobre la zona de Moynaq, en Uzbekistán, Asia Central.

Donde antes el Mar de Aral reflejaba el cielo, ahora yace un desierto de sal. En el film Aziz, un joven anclado a los sueños de un mar desaparecido, lucha por sobrevivir en el epicentro de la mayor catástrofe ecológica del siglo XX. Dentro de sí, libra una batalla entre la añoranza del pasado y la necesidad de construir un futuro en medio de la desolación.

Los cineastas mendocinos Lucas Peñafort y Fernando González decidieron emprender la aventura a un lugar remoto de nuestra cultura, para reflejar la actualidad de una comunidad atravesada por el desastre ecológico.

“A finales de 2017, tomamos contacto con una comunidad Sufí en un paraje de alta montaña en la provincia de Mendoza. Allí conocemos a Abdul con quien compartimos la pasión por el misticismo, la tradición oral y los habitantes del desierto. En las ricas charlas y ceremonias de café, Abdul nos obsequia un libro con cuentos sufis, y nos habla de un mar que desapareció por completo, el Aral. Esta historia queda resonando en nosotros, sin siquiera sospechar que un día iríamos a su encuentro”, comenta Lucas Peñafort sobre el comienzo del proyecto.

En 2018, Peñafort viajó a la India para filmar su ópera prima documental llamada Hermanas de los árboles. Al finalizar el rodaje decide viajar lentamente en tren hasta Uzbekistán, el país más remoto en la encrucijada de caminos de Asia Central con el objetivo de ver el desaparecido mar de Aral.

Luego de una extensa travesía, llega a la zona para conectarse con Uralbay, un antiguo pescador del pueblo de Moynaq. A partir de allí, registraron la vida cotidiana del pueblo, marcada por la tragedia.

“El equipo estaba compuesto por 3 personas, Yulia Khvan de Uzbekistán a quien conocimos por un contacto en común con Lucrecia Martel, Lucas Peñafort y Fernando González. Viajamos en marzo de 2022, que es el comienzo de la primavera aunque en ese momento hacían –20º bajo cero. Debemos viajar triangulando con Estambul en Turquía debido al bloqueo del espacio aéreo europeo que no permitía ingresar a través de Rusia por causa de la guerra con Ucrania. Sucedió que perdimos nuestros pasajes con la aerolínea rusa y a día de hoy no hemos recuperado ese dinero”, detalla el cineasta sobre la travesía que comprendió el proyecto.

En la inmensa masa de tierra árida esteparia de Asia Central, en la frontera entre los actuales Uzbekistán y Kazajistán se encuentra el que fuera el cuarto lago endorreico del mundo, también conocido como mar de Aral.

Se trata de una de las mayores catástrofes ecológicas de la historia, llegando a disminuir su volumen de agua en un 90% en los últimos 50 años.

La Unión Soviética puso en marcha un plan para convertir las llanuras áridas de la región central de Asia en la más importante zona productora de algodón. Para ello, se crearon estructuras que desviaron el agua de los ríos para regar los cultivos.

Fue así que el florecimiento de la industria del algodón tuvo un alto precio. Con el paso de los años, el volumen de agua del mar se redujo a un ritmo rápido, y el lecho comenzó a aparecer convirtiendo islas en penínsulas o partes contiguas de tierra.

La salinidad y la contaminación aumentaron y los peces comenzaron a morir al no soportar las nuevas condiciones del agua. Las industrias pesquera y marítima declinaron, y muchas personas que dependían del mar quedaron sin sustento. Además de perjudicar su salud, ya que el polvo acarrea sustancias tóxicas de fertilizantes y pesticidas capaces de provocar enfermedades. Se han hecho varios esfuerzos para rescatar el mar, especialmente su parte norte, pero es muy difícil que el agua retorne a su lugar.

Además de la hostilidad ambiental de la región, la situación sociopolítica juega un factor fundamental, el cual los cineastas tuvieron que sortear en la travesía para lograr concretar el registro del film.

“Nos encontramos con un estado totalitario donde hay censura previa y un presidente vitalicio pariente directo de antiguos jerarcas del antiguo partido comunista de la URSS. Es un estado policial sin embargo encontramos protección en los líderes tribales de Karakalpakstan que reconocían nuestro trabajo a favor de dar visibilidad a su causa de defender el estilo de vida perdido del Mar de Aral”, detalla Peñafort sobre la realidad sociopolítica que tuvieron que sortear para realizar el documental.

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