A propósito de Luis Alberto Spinetta

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Por Edgardo Solano

Se cumplen dos años de la muerte del Flaco. El recuerdo y una mirada sobre el músico más importante de la historia del rock argentino.

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Luis Alberto Spinetta, además de haber dejado un legado de 40 discos geniales, tuvo, sin quererlo, una labor formativa y hasta docente en sus seguidores. La magistral pluma de Antonín Artaud no era tan conocida en esta margen del Plata hasta que el Flaco tituló uno de sus discos con el apellido del poeta maldito francés.

Tampoco era tan popular Carlos Castaneda y su “Don Juan”, hasta que el músico en los años ’80 utilizara sus libros como musa inspiradora para muchas composiciones en la época de Jade. Es más, hasta hizo público en varias entrevistas y sus actuaciones en vivo su interés en la obra del antropólogo y las  experiencias chamánicas que tuvo el autor junto con algunos indígenas de México.

Tal como Los Beatles hicieron escuela a nivel ecuménico, Spinetta también lo hizo aunque sus enseñanzas no pudieron llegar tan lejos. El lirismo porteño de Almendra, la potencia de Pescado y la experimentación de Invisible sirvieron de inspiración para varias legiones de músicos argentinos, que en mayor y menor medida, se evidencia ese legado en sus propias creaciones. También la época jazzera y la posterior solista del Flaco dieron claras lecciones del camino a seguir para tantos músicos, roqueros o no tanto.

La prensa, y también el público en general, tiene la urgencia encontrar a continuadores de otros artistas, en reemplazo del que ya no está o la menos del que está en retirada. A pesar de este vicio tan instalado, nadie se animó a cargar con semejante lastre a ningún músico para llamarlo el “Nuevo Spinetta”. Esa escuela Spinetteana produjo un tendal de alumnos, de todos los calibres, pero ninguno pudo superar a su maestro, tal como pregonaba Leonardo Da Vinci como meta de cualquier aprendiz.

El recuerdo de esa tarde sofocante del 8 de febrero de cuando las placas televisivas anunciaban la muerte de Spinetta se tornó imborrable. Si bien era un secreto a voces que salud se quebraba cada día más, la actitud negadora de los fans (lógica en estos casos) no se esperaba esa noticia.

Lo que en primer instancia fue problema en un hombre, fue luego una patología mucho más severa que comenzó a circular por lo bajo. La cruel e innecesaria tapa de la revista “Caras” dejó todo en evidencia, rompiendo el cuidado por la intimidad que el músico mantuvo durante toda su vida.

Mientras proliferan homenajes a su obra por doquier, algunos dignos y otros oportunistas, y se espera la salida a la venta de un disco con material inédito, la huella de Luis Alberto Spinetta es cada día más imborrable.

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