Javier Escudero, un investigador español, afirma que estas personas dejaron testimonio en los archivos, vivieron en un mismo lugar geográfico y demás fueron conocidos del autor.
Según afirma el investigador español Javier Escudero, unos treinta de personajes que aparecen en las páginas de “Don Quijote de la Mancha” existieron realmente, dejaron testimonio documental en los archivos, vivieron en un mismo lugar geográfico y temporal y demás fueron conocidos de Miguel de Cervantes.
En el Archivo Parroquial de El Toboso (Toledo) como en el Archivo Histórico Nacional, en el Histórico Provincial de Toledo y en el Diocesano de Cuenca, este investigador se topó con el rastro de muchos personajes del Quijote y afirmó que ese clásico es «una fotografía» de una parte muy concreta de aquella sociedad manchega de finales del XVI (entre 1580 y 1585), en especial de recaudadores de impuestos y principales contribuyentes.
Según da cuenta Escudero, cuando el dramaturgo regresó de su cautiverio en Argel, intentó un futuro como cobrador de impuestos, pero no recibió buena acogida entre los recaudadores manchegos.
Recaudadores eran Francisco de Muñatones (en el pueblo El Quintanar) y Jerónimo Camacho (que trabajó en Villanueva de Alcardete) que están reflejados en el Quijote al igual que el procurador Francisco de Acuña, el hidalgo Alonso Martínez y el mesonero Martín López Haldubo.
Por su parte, en El Toboso vivían, asimismo, Juana Gutiérrez, mujer del médico; Catalina Lorenzo, Cide Hamete Benengeli, Grisóstomo Martínez Panduro, Ambrosio Martínez Velasco y el sacristán Pedro Martínez Lobo, entre otros.
Por ejemplo, en El Toboso vivió Muñatones, que en el Quijote aparece reflejado como el Sabio Frestón y hay varios episodios inspirados en él, como la primera salida de ‘El donoso escrutinio’ y la paliza que dan los mercaderes de la seda al caballero, el hijo de Muñatones fue el segundo mercader de la seda más importante de Murcia.