El primer opus de la banda británica se editó el 5 de agosto de 1967. Con el talento de Sid Barrett, es una de las obras que sentó las bases de la psicodelia.
“The Piper at the Gates of Dawn”, el primer disco de Pink Floyd y una de las piezas fundamentales del rock psicodélico, fue editado el 5 de agosto de 1967, hace exactamente medio siglo.
Este álbum actualmente está considerado justicieramente ejemplo por antonomasia de la música psicodélica británica, compartiendo ese lauro con otros álbumes, como el “Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band”, de Los Beatles, que fue grabado casi simultáneamente.
El título del nombre del primer opus -“El Flautista a las Puertas del Alba”, en castellano- de la banda británica fue extraído de la novela “El viento en los sauces”, de Kenneth Grahame, que Barret leía en su niñez.
Las pistas del disco, predominantemente escritas por Syd Barrett, muestran letras poéticas y vanguardistas, como “Matilda Mother”, “Astronomy Domine” y “The Scarecrow”. Las líricas hablan del espacio, de espantapájaros, de gnomos, de bicicletas y de cuentos de hadas, acompañadas con múltiples efectos de sonido y arreglos de voces.
También se animaron a largas improvisaciones, como en “Pow R. Toc H..” y en “Interstellar Overdrive”, y en otros pasajes del disco. Además, coquetearon con la exploración de los sonidos, los cambios en la métrica de los compases y en la utilización de acorde poco usuales en el rock de aquellos días.
El disco fue un éxito en el Reino Unido, donde llegó al puesto número 6, pero no le fue tan bien en Estados Unidos, en cuyas listas solo alcanzó modestamente la posición 131.
Grabado entre marzo y julio de 1967 en los estudios de Abbey Road, la base de operaciones de Fab Four, es el primer y único disco de Pink Floyd bajo el control de Syd Barrett, el genio creativo de la banda, fallecido en 2006 a los 60 años.
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Bajo la producción de Norman Smith y con Peter Bown como ingeniero de sonido, Sid Barret fue la voz principal en buenas parte de las canciones y también se destacó en su rol de guitarrista. El bajista Roger Waters también alternó en las voces, al igual que el notable tecladista Rick Wright, fallecido en 2008, que se luce órgano Farfisa y entre otros instrumentos. El cuarteto lo completaba el baterista Nick Mason.
Todos los integrantes originales de la banda se habían conocido en la universidad y fue precisamente el extraño comportamiento de Barrett causado por el consumo de drogas, lo que hizo que su amigo David Gilmour se integrara al grupo en diciembre de 1967. De esa forma quedó definida la formación clásica del grupo tras la marcha de Barrett en abril de 1968.
En esa irrepetible época de experimentación y explosión creativa, había espacio para una banda que amaba las distorsiones y que, a través de la improvisación, apuntaba a la ampliación de la conciencia y de las percepciones de la época, que se conoció la “era de psicodélica”.
“The Piper at The Gates of Dawn” es uno de los discos más influyentes en la historia, su revolucionario sonido, la experimentación sin límites y la combinación de distintos géneros como rock, pop y folk fueron la inspiración de un sinnúmero de artistas, como David Bowie, Gong y Phish, entre otros.
De todos modos, el álbum fue inicialmente recibido con críticas frías, pero al paso del tiempo se lo condujo a la cima del Olimpo en la historia de la música, más allá de la notable producción discográfica que desplegó Pink Floyd.
«Astronomy Domine», en vivo en la BBC