Notable baterista y correcto cantante y relegado en la interna de los Fab Four, el músico llega a su octava década en plena vigencia y actividad artística.
Ringo Starr, el Beatle histriónico y que quedó relegado en la toma de decisiones en la interna del grupo, arriba este 7 de julio a los 80 años en plena actividad y con talento y su simpatía gozando de buena salud.
Criado en la pobreza, lo abandonó de su padre y tuvo una serie de graves enfermedades que lo tuvieron al borde de la muerte.
Su padrastro le regaló su primera batería, a los 12 años, cuando comprobó que el pequeño solía tamborilear todo el tiempo con sus dedos en los muebles de la casa.
En los primeros años de su juventud, comenzó a tomar cierta fama en el circuito de clubes locales como baterista, a partir de su labor en Rory Storm and The Hurricanes, la mejor banda de la ciudad, que solía compartir cartel con unos jóvenes que se hacían llamar The Beatles.
Ringo y sus tres futuros compañeros trabaron una gran amistad en las largas noches compartidas y hasta llegaron a rubricar esa buena química en alguna zapada, por eso no dudaron en convocarlo cuando apareció la posibilidad de firmar un contrato discográfico.
De esta manera, el baterista sumó al prometedor grupo una cohesión musical y humana que no era completa con su antecesor Pete Best, quien sin embargo logró encontrar la forma de sacarle provecho a su historia de beatle que se quedó en el umbral de la fama.
A cincuenta años de la disolución de Los Beatles sigue habiendo un grupo de habitantes de la Tierra que insisten caprichosamente en menospreciar a Ringo y hasta comenten el sacrilegio de mofarse de su figura.
Si, son esos que para denostar a alguien porque ocupa un rol de escasa relevancia en algún ámbito lo acusan de ser “El Ringo Starr de Los Beatles”.
Ese agravio sabe en realidad a un elogio, porque esos chicos de Liverpool fueron sólo cuatro y Ringo es uno de los dos que nos quedan y que respira el mismo aire que nosotros.
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Naturalmente que al lado de las inmensas figuras de John y de Paul cualquier mortal pierde protagonismo, incluso hasta el enorme talento de George. Pero Ringo tuvo en aquellos días, y sigue teniendo, una legión de admiradores y no fue sólo la mascota simpática de los Fab Four.
Además, de ser un baterista sabio, potente y con matices, es un buen cantante y tiene un carisma innato a partir de su imborrable sonrisa.
Incluso la propia viuda de Lennon, Yoko Ono, sorprendió con sus declaraciones a la revista Roling Stone sobre la personalidad de Ringo.
«John podía tener sus subidas y bajadas y todo eso, pero Ringo mantenía siempre un talante muy amable. Y además siempre creyó en la paz y el amor. Es probable que a la gente le parezca increíble, pero él fue el más influyente de los cuatro», disparó.
La última frase de la artista nipona dejará boquiabierto a más de uno, principalmente a los detractores de Ringo, el músico, que al reemplazar en los platillos y tambores al mediocre Pete Best, terminó de moldear el sonido del grupo de Liverpool.
Además, Ringo Starr lleva publicados una veintena como solista y no para de recorrer el globo capitaneado a la All-Starr Band.
Mientras un grupúsculo lo denosta, somos millones y millones los que admiramos devotamente a Ringo, incluyendo a Marge Simpson, claro.