Miguel Ángel tenía un temperamento irascible y neurótico

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En una flamante biografía, el historiador Martin Gayford también describe que el maestro renacentista era complicado y cascarrabias, «pero, en última instancia, cautivador».

Miguel-Angel

El historiador de arte Martin Gayford, en una flamante biografía definitiva sobre Miguel Ángel, describe al artista como un ser inmensamente talentoso, neurótico, complicado y cascarrabias «pero, en última instancia, cautivador».

En «Miguel Ángel. Una vida épica», publicada por Taurus, el autor describe la grandeza artística de Michelangelo Buonarroti, un artista del que Giovanni Battista Figiovanni dijo que no habría bastado la paciencia de Job para lidiar con él un día entero.

Una de las muchas contradicciones del maestro del Renacimiento era que siendo un hombre acaudalado vivía de forma frugal, «un avaro que podía llegar a ser extraordinaria y abrumadoramente generoso y un individuo reservado y enigmático que pasó casi tres cuartas partes de un siglo en las inmediaciones del corazón mismo del poder», sostiene Gayford, en declaraciones recogidas por la agencia EFE.

En su escrito introductorio a la obra, el autor afirma que su pretexto para aportar algo a la numerosa biografía ya existente sobre Miguel Ángel «era la magnitud misma de dicha literatura».

A lo largo de la biografía salen a la luz las contradicciones y fragilidades de este genio, desde sus peleas con Leonardo da Vinci y Rafael a la tensión de sus relaciones familiares, su historia con los poderosos Medici, su relación con Florencia, ciudad de la que fue exiliado y a la que no volvió, hasta sus éxitos y penurias.

Pocos hombres, con excepción de los fundadores de religiones, «han sido objeto de estudios y debates tan meticulosos. La vida, la obra y la fama de Miguel Ángel transformaron para siempre nuestra noción de lo que podría ser un artista», asegura Gayford.

La vida de Miguel Ángel estuvo marcada por cualidades épicas, en las que se profundiza en esta biografía. Al igual que un héroe de la mitología clásica, estuvo sujeto a pruebas y tareas incesantes.

«Muchas de sus obras fueron inmensas y supusieron formidables dificultades técnicas: los enormes frescos del techo de la Capilla Sixtina y el juicio final o el gigantesco David de mármol».

En los diferentes capítulos de la obra, Gayford bucea en la vida del artista por lugares poco transitados que permiten conocer su intimidad a base de un repaso minucioso a su correspondencia, al estudio de las contradicciones que existen en sus biografías y a una mirada inédita a sus obras, especialmente a las inconclusas.

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