El fotógrafo surrealista argentino exhibe en la capital italiana una retrospectiva en la que comprime sus más de 20 años como profesional.
El fotógrafo surrealista Marcos López exhibe en Roma su muestra “Pop Latino”, una retrospectiva en la que comprime sus más de 20 años como profesional y en la que también fusiona pintura y fotografía a partir de obras como “La última cena”, de Leonardo Da Vinci.
“Para la exposición, seleccioné fotos y planos, eligiendo las imágenes más emblemáticas, más representativas y más contundentes de mi trabajo ’Subrealismo criollo’, que se ha visto mucho en España y Francia, pero no tanto en Italia”, señaló el fotógrafo argentino a la agencia de noticias Efe.
Las obras de López se caracterizan por sus colores intensos y estas fotografías integran parte de las colecciones del Museo Reina Sofía de Madrid, el Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León y la Fundación Daros-Latinoamérica de Suiza.
Marcos López llegó en Roma para presentar una recopilación de toda su obra, que se podrá ver en el Instituto Cervantes hasta el 27 de mayo. “El subrealismo criollo, es una especie de surrealismo mal hecho. Un surrealismo trasnochado que a la vez es otra forma de realismo. Tiene que ver con teatralizar la realidad, hacer puestas en escena que parezcan situaciones casuales, y luego fotografiarlas”. sostiene.
El fotógrafo se atreve a reformular a “La última cena”, de Leonardo Da Vinci, en una fotografía que llama “Asado en Mendiolaza”, una “version gauchesca y “sudaca’” de la obra del pintor renacentista.
También se animó a versionar el cuadro “Lección de anatomía”, de Rembrandt, que inmortaliza con “la figura del Che Guevara muerto en la hoguera, en Bolivia, casi transformado en un santo”, confiesa, en su imagen “Anatomía”.
“Mis fotos juegan con la ironía, el dolor, el humo, la copia y la adaptación de grandes obras clásicas del arte occidental”, señala López.
La muestra del fotógrafo termina con la “Suite bolivariana”, una “obra épica con una directa influencia del espíritu político y estético del muralismo mexicano”, que tiene “un cierto guiño irónico” hacia las consignas “setentistas de las izquierdas latinoamericanas donde claramente están los ’buenos’ y los ’malos’”.
Esta instantánea es un mural en el que aparecen a la izquierda unos mineros bolivarianos subiendo una montaña de cajas de cartón, a la derecha unos jugadores de la NBA y en el centro de la imagen, Juan Domingo y Eva Perón flotando en una piscina.