“Los Días Felices”, Samuel Beckett y con dirección de Ruben Pires, en El Tinglado

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En esta puesta en escena, Winie y Willie ¿Están casados hace cuánto?… Nunca lo sabremos, a pesar de que están unidos de una forma extraña, siguen juntos.

“Los Días Felices”, de Samuel Beckett, con adaptación y dirección de Ruben Pires y protagonizado por Rita Terranova y Gerardo Baamonde, sale a escena a partir del 25 de julio, todos los miércoles a las 20.30, en el Teatro El Tinglado, ubicado en Mario Bravo 948.

En las escenas, Winie y Willie ¿Están casados hace cuánto?… Nunca lo sabremos, a pesar de que están unidos de una forma extraña, siguen juntos.  En medio del desierto, Winnie, con la mitad de su cuerpo literalmente clavado en el suelo, vive los días repitiendo meticulosamente las tareas; sus pensamientos fluyen entre los planteos que hace respecto de las circunstancias contingentes.

Comparte sus inquietudes con Willie, quien sale de su cueva y se ocupa de ponerse al día con las noticias del diario. Winnie representa de una forma ingenua y salvaje a la vez todo lo absurdo de la condición humana. Sus aventuras y desventuras nos llevan, con un ácido humor, por los laberintos de la existencia.

“Con la puesta en escena de esta Días felices culmina un proceso de indagación que realice sobre S. Beckett. Esta investigación sobre el material de Beckett comenzó en el 2014 con la puesta de Esperando a Godot en el Teatro el Tinglado en el 2015 y continuó en el 2016. Continuando con Beckett vs Beckett estrenando No yo”, dice el director.

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Samuel Beckett es un autor que desconfía de lo que las palabras tienen por decir como denotadoras de la realidad y nos propone otras vías para develar lo que está detrás de ellas.

Este espectáculo se propuso responder a esa invitación con un procedimiento semejante, partiendo desde lo enigmático y profundo del lenguaje, entrecruzado con él mismo y con el mundo. Ese decir que solo da indicios de sus secretos.

Con una teatralidad manifiesta, se pone a la vista del espectador los procedimientos en juego, con el fin de crear una construcción conjunta entre los actores y el público.

Se puso principal énfasis en la musicalidad de la palabra, con la búsqueda de que los interpretes la confronten en su totalidad con la acción dramática, para así desplegar, en toda su potencia, el humor característico de la obra beckettiana. Una partitura actoral de un realismo irónico y atroz: más que lo que se dice, lo que importa es aquello que pasa con lo que se dice.

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