Por Edgardo Solano
Se cumplen 20 años de la trágica muerte del cantante y guitarrista de Nirvana y del líder musical de una generación. Con “Nevermind” sentó las bases del grunge y llevó a la banda a tocar su propio cielo.
Kurt Cobain, sin pretenderlo, fue el héroe y líder musical de los ´90 y de la denominada Generación X. Con Nirvana se puso al frente del vanguardista grunge y sentaron las bases del movimiento con “Nevermind”, la obra cumbre de la banda y con la que se pateó, una vez más, el tablero del rock.
Un 5 de abril de 1994 dejaba de existir este héroe de aspecto angelical enfundado en una camisa leñadora y de voz rasposa, que se convirtió de inmediato en un mito por su talento y también por haber cumplido la premisa de rockera de una vida veloz y breve. También con el ingrediente trágico del disparo con el que decidió consumar su suicidio mientras las adicciones se apoderaban de su vida.
Cuando fue encontrado sin vida en su propia casa ubicada en la ciudad Seattle, estado de Washington, Estados Unidos sólo tenia 27 años, que lo acreditó de inmediato al trágico “Club de los 27”, que ya integraban Robert Jhonson, Brian Jones, Janis Joplin, Jim Morrison, Jimmi Hendrix y al que se sumó luego Ammy Winehouse.
Este futuro líder de los años ’90 nació en Washington el 20 de febrero de 1967, vivió sus primeros seis meses en Hoquiam, hasta que su familia volvió a Aberdeen. Hijo de Donald Lenald Cobain, mecánico, y de Wendy Elizabeth Fradenburg, camarera. La familia se completaba con Kimberly, la hermana menor de Kurt.
Ese edén familiar se rompió cuando tenía nueva años y sus padres se separaron. “Recuerdo sentirme apenado, triste por mis padres. Me avergonzaba compararme con mis amigos de la escuela, porque yo ansiaba pertenecer a ese tipo de familia clásica, a una familia típica. Madre, padre… Yo quería esa seguridad. Odié a mis padres durante años por esa razón”, dijo en alguna oportunidad.
Distante de los deportes y sin sociabilizar demasiado con sus pares, su interés se centró y dibujar y por un precoz talento compositivo. Su primer instrumento fue la batería, hasta que llegó a sus manos su primera guitarra, la que aprendió a rasgar con intuición de autodidacta.
Luego de formado algunas bandas, Cobain se topó con el bajista Chris Novoselic y Nirvana terminó de completar con el baterista Chad Channing. El primer opus de la banda “Bleach” producido con apenas 600 dólares. En esos días, la banda tomó su nombre definitivo luego de llamarse Ed, Ted, Fred y Skid Row, mientras se que ya usaban las clásicas camisas leñadoras que luego caracterizarían al grupo y a todo el movimiento grunge.
Ya sin Channing, pero con Dave Grohl en la batería, Nirvana tocó su propio cielo con “Nevermind”, el álbum que los consagró y que se sentó las bases definitivas del grunge. El disco colaboró para devolverle la potencia al rock que se había anestesiado durante los ’80, con sonidos que remitían a los crudos ’70 y con un aura de rebeldía punk del final de esa década.
Con “Smell like teen spirit” la banda saltó de Seattle a conquistar los rankings mundiales, con la alta rotación de MTV de aliada, y dejó abierta de par en par la puerta para que Pearl Jam, Alice in chains y Soundgarden, entre otras bandas, también salgan a la conquista del mundo.
En aquel 1991, el disco superó la expectativa comercial y comenzó a venderse como pan caliente en todo el mundo, para sorpresa de la compañía discográfica y del propio trío, que no esperaba el furor ecuménico de su segunda obra cuando aún no habían roto el cascarón del underground de la costa oeste de los Estados Unidos.
La banda completo su discografía con “Incesticide” e “In utero” y con otros dos álbumes en vivo, “MTV Unplugged In New York” y “Live! Tonight! Sold Out!!”. Sin bien la banda nunca perdió su nivel artístico, “Nevermind” ya había tocado un pico demasiado alto.
Mientras Cobain lideraba los ’90 y no se sentía demasiado cómodo en ese lugar inesperado, conoció a Courtney Love. Al poco tiempo de conocerse, se casaron en Hawai y de este amor nació Frances Bean Cobain, la única hija de la pareja.
Mientras sus compañeros de bandas pretendían internarlos para que pueda rehabilitares de sus adicciones, la tragedia les ganó de mano. En la carta que dejó antes de morir -dedicada a “Boddah”, un amigo imaginario que tenía desde la niñez, a su mujer Courtney Love, y a su hija Frances Bean-, Cobain expresó que hacía tiempo que no se emocionaba ni escuchando ni creando música, ni tampoco escribiéndola. La autopsia determinó que la muerte de Cobain fue el resultado de “una herida por bala infligida en la cabeza”. Ese informe estima que Kurt Cobain murió el 5 de abril alrededor de las 11. 30 de la mañana y de inmediato se transformó en leyenda.