Treinta años sin Miguel Abuelo

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Por Edgardo Solano

Un recorrido por la vida y la obra de este genial artista, que fue parte del nacimiento del rock argentino y de la renovación del género en los ’80.

Miguel Abuelo fue una de las piezas clave en los albores del movimiento del rock argentino a finales de los ’60 y también fue una figura central en los “nuevos peinados nuevos” que lució el género en los ’80, con el regreso de la Democracia.

Hace exactamente 30 años, el 26 de marzo de 1988, fallecía en Buenos Aires este genial artista a causa de complicaciones derivadas de una operación de vesícula, cuando tenía apenas 42 años recién cumplidos.

Nacido en Munro, como Miguel Ángel Peralta, en un hogar pobre e hijo de una madre soltera, pasó también varias temporadas en un orfanato, mientras su progenitora se recuperaba de algunas enfermedades.

Se crió más en la calle que en cualquier otro sitio y apenas terminó la Primaria, estudios culminados tardíamente y luego de pasar por varias escuelas. Esto no conspiró para que se convierta en un lector voraz de autores que forjaron su futura poética.

Autodidacta e intuitivo, su primer acercamiento a la música fue a través del folklore argentino y el rock recién entró en su universo cuando comenzó a frecuentar La Cueva. Casi le casualidad le llevó la oportunidad de grabar y sobre la marcha aseguró que tenía un grupo, al que bautizó en ese momento como Los Abuelos de la Nada, a partir de una frase de “El Banquete de Severo Arcángelo”, de Leopoldo Marechal.

Con Pappo y Pomo en las filas de la banda, corría el agitado 1968 cuando grabó el simple que contenía a “Diana Divaga”, en el Lado A, y a “Tema en Flu sobre el planeta”, en la otra cara.

El grupo no prospera y luego de un simple como solista, que tenía la bella canción “Mariposas de madera”, se exilia en Europa por una década.  Desencantado de la música, en los primeros años en el Viejo Continente es un verdadero buscavidas y se gana la vida en diferentes oficios, como trabajando en la vendimia en la campiña francesa.

También hace pié en Inglaterra, en Holanda y en España, entre otros puntos. En Europa nace Gato Azul, su único hijo fruto de su relación con artista Krisha Bogdan, y también en este peregrinar hace buenas migas con Moshe Naïm, productor y acaudalado mecenas de la escena pop francesa.

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Este contacto termina con la grabación de “Miguel Abuelo et Nada”, con otros músicos argentinos, como Daniel Sbarra, futuro integrante de Virus. Con bellas líricas de Miguel y aires folk y momentos más duros propios del hard rock de los primeros ’70, el álbum se graba en 1973 y se edita recién dos años después.

El disco, que se editó a fines de los ’90 en Argentina y es una verdadera joya para los colecciones, tuvo algunas presentaciones en vivo en una gira por ciudades galas y poco después el proyecto se esfumó.

La vida errante de Miguel lo pone en contacto en Ibiza con otros músicos argentinos y comienza a crecer en él la idea de volver a la Argentina. Finalmente el retorno se concreta a principio de los ’80, conjuntamente con la intención de armar una banda con Cachorro López, un bajista que había conocido en la isla mediterránea, y  toma conciencia que su nombre goza de una gran vigencia a pesar de haberse ausentado por una década.

Además de Miguel y Cachorro, la nueva versión de Los Abuelos de la Nada tenía al joven  tecladista Andrés Calamaro, al ya experimentado guitarrista Gustavo Bazterrica, el saxofonista Daniel Melingo y el baterista Polo Corbella.

Con una propuesta de un pop con aires latinos, la banda es un furor automático y sus temas pegadizos y bailables invaden las radios argentinas. Durante el fin de la dictadura y la vuelta de la Democracia, el estilo de Miguel hace añicos la seriedad que tenía el rock argentino hasta entonces y se anima, sin importarles ciertas críticas retrógradas, salir al escenario con un atuendo colorido y hasta moviendo las caderas, un sacrilegio en aquellos días.

«El marinero bengalí», «No se desesperen», «Lunes por la madrugada» y  «Himno de mi corazón» se transformaron en clásicos y en medio del éxito la banda sufre varias deserciones, como la de Andrés Calamaro que emprende su carrera en solitario.

Miguel mientras tanto edita “Buen día, día”, un nuevo y postergado disco solista, y Los Abuelos regresan con una formación con “Cosas mías”, un proyecto que comenzó a truncarse por la frágil salud de Miguel.

Esos años se vieron marcados por muerte de Luca Podran, luego de Miguel Abuelo y, finalmente, la de Federico Moura, tres artistas que pusieron patas para arriba al rock argentino.

Miguel fue un artista que encontró en la música una zona de confort para expresarse y en su paso por el rock argentino rompió los moldes y hasta hizo escuela en las futuras generaciones.

Miguel, en vivo: 

 

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