Por Edgardo Solano
El recuerdo a este gran repentizador argentino y sus irreverentes llamadas telefónicas, que falleció el 26 de diciembre de 2013.
El Dr. Tangalanga fue único en su especie, sin predecesores en una disciplina, que lo tiene como fundador y sin que exista la más remota posibilidad de que algún mortal pueda recoger el guante de su estilo, descartando la posibilidad de un continuador.
Posiblemente haya sido el mejor repentizador argentino, con una rapidez para el retruque inmediato ante la respuesta de su interlocutor, o su víctima ubicada del otro lado de la línea telefónica.
Nacido en Buenos Aires como Julio Victorio de Rissio, el Dr. Tangalanga falleció a los 97 años el 26 de diciembre de 2013, a sus 97 años, poco después de haberse retirado de sus filosas bromas telefónicas y con una lucidez intacta.
En sus chanzas optó por tener escasos escrúpulos con sus ocasionales víctimas, llevándolos a un estado de ira de enormes dimensiones. Incluso, llegó a reincidir con los llamados a una misma persona, como en la secuencia de “Gimnasio”, donde su interlocutor llegó a suplicar que le dé “paz”.
También fue un gran justiciero con sus llamados, cuando discó el número de curanderos, vendedores de falsas ilusiones y chantas de toda calaña, a los que terminó poniendo en ridículo sin contemplaciones.
Siempre metiendo el dedo en la llaga con sus respuestas, es especial cuando arremetía contra alguien con alguna inteligencia previa que lo dateaba para saber a dónde apuntar.
Con lenguaje soez, plagado de palabrotas usadas en el momento indicado, era capaz de pedir una “rajatabla” a un carpintero o un “bocajarro” a un alfarero, entre tantísimas ocurrencias disparatadas. También decir que su sobrino es tartamudo, “pero se le nota sólo cuando habla”.
Ejecutivo de alto rango de empresas de artículos de tocador, comenzó a grabar casetes con chanzas telefónicas para intentar levantarle el ánimo a un amigo, que era víctima de una enfermedad terminal.
Luego de esa acción solidaridad, volvió a las andanzas y fue entonces cuando comenzaron a circular en casetes grabados en forma casera, hasta que esos registro se formalizaron en formado de CD, con mejor calidad de sonido.
Luego llegaron las actuaciones en vivo del Dr., dónde saltaba sin red al llamar en directo y frente al público a sus víctimas. También participó de ciclos radiales y televisivos, mientras que sus grabaciones se siguen repitiendo por doquier en YouTube.
El Dr. Tangalanga supo ganarse la admiración y hasta la amistad de Luis Alberto Spinetta y de otros grandes, mientras que su irreverente legado sigue intacto y goza de muy buena salud.