Con dirección de Cintia Miraglia y con el apoyo de la Embajada de Polonia, está puesta sale a escena los domingos en El Extranjero.
Retorna escena “El casamiento”, de Witold Gombrowicz y con dirección de Cintia Miraglia, se los domingos a las 20 en El Extranjero, la sala ubicada en Valentín Gómez 3378, en el barrio porteño del Abasto.
En esta puesta, Enrique sueña que vuelve de la guerra y ve surgir todo su pasado (su casa natal, sus padres y antigua novia, entre otros).
Pero descubre que todo ha sido degradado: su hogar se ha transformado en una taberna atendida por sus vínculos primarios. Toda esta realidad lo asfixia tanto que sólo encuentra salida a través de una ficción trastornada y delirante.
El elenco lo integran Mariano Bassi (Enrique), Víctor Salvatore (Pepe/ guitarrista), Hugo Dezillio (Padre), Mónica Driollet (Madre), María Colloca (María/ cantante), Fabian Carrasco (Borracho/canciller y acordeonista) y Luciano Nobati (Dignatario /violinista).
“El Casamiento no es una trasposición artística de un problema o una situación, sino una libre descarga de la imaginación, eso sí, dirigida a un fin determinado. Es una lucha en sueños con los demonios del mañana, es la celebración del sagrado rito de un nuevo y desconocido Devenir. De modo que, puesto en escena, debería convertirse en el monte Sinaí, lleno de revelaciones místicas, en una nube preñada de mil significados, en un trabajo desenfrenado de la imaginación y la intuición, en un Grand Guignol rebosante de alegría, en una misteriosa missa solemnis a caballo de los tiempos y a los pies de un altar desconocido”, Fragmento del Diario Witold Gombrowicz.
Este espectáculo cuenta con el apoyo de la Embajada de Polonia, Proteatro y LatinGráfica, junto con el auspicio de la Editorial Cuenco del Plata y del Congreso Gombrowicz.
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«El casamiento”, de Witold Gombrowicz es, desde el punto de vista dramatúrgico, una heredera directa de Ferdydurke –la primera novela del autor-.
Una pieza con claras influencias de escritores tales como Shakespeare, Joyce y Kafka; poseedora de una poética que produce, al unísono, diferentes niveles tanto de fascinación como de desconcierto, presentando a la vez las grandes obsesiones gombrowiczianas, tales como: la forma que deforma, lo maduro versus lo inmaduro, lo foráneo, el poder, la locura y la destrucción, entre otros.
Una fuerte crítica a toda forma de identidad colectiva que encorseta e impone al individuo un cercenamiento en su libertad.
“El casamiento” transita esa “realidad” creada a partir de la forma que se vuelve contra sus protagonistas, dejando en ellos la huella de sus dolorosas existencias. Una ceremonia religiosa con destino trágico de un hombre que comprende, con horror, que se está formando a sí mismo.